miércoles, 4 de enero de 2012

Pleito en la Bética


Aunque yo creo que el pleito tuvo lugar en Roma sobre un asunto en el que estaban implicados los béticos y sus autoridades romanas, porque -que yo sepa- Plinio "el joven" no estuvo nunca en la Bética. El caso es que Cecilio Clásico era procónsul de la citada provincia romana y, debido a abusos, delitos y demás tropelías, fue acusado ante un senadoconsulto. Con él fueron acusados también sus cómplices, algunos de los cuales fueron Bebio Probo y Fabio Hispano. El principal encausado, Clásico, antes de tener que sufrir el juicio y la pena que con seguridad le correspondería, se quitó la vida. Plinio lo dice de la siguiente manera: "éste impidió su inculpación con una muerte casual y premediatada". Aún así, los béticos insistieron en que se le juzgase, diciendo Plinio que era legal, aunque tal costumbre de juzgar a quien ya había muerto había quedado en desuso. Ahora se volvía a poner en vigor. 

En el juicio, Plinio representó, junto con Luceyo Albino, a los béticos. Como se trataba de muchos acusados el pleito se prolongó y los discursos fueron varios, pues dice Plinio que no era aconsejable que de una sola vez se intentasen esclarecer culpas tan diversas como las que tenían unos y otros. (Todo esto se lo está diciendo, en una de sus muchas cartas, a su amigo Cornelio Miniciano, aclarándole -pues la carta era larga- que no se quejase de ello, o de lo contrario que no le preguntase como iban las cosas por Roma: de ahí que yo crea que el juicio tuvo lugar en Roma).

Plinio habla de como los poderosos intentaban escapar al castigo, mientras los más débiles no tenían la defensa que desearan; incluso añade "haber sido ofrecido alguien de poco rango como víctima expiatoria" (en sustitución de otros más notables). Luego recuerda un episodio de Sertorio (casi dos siglos anterior a él) "que mandó a un soldado muy vigoroso y a otro muy esmirriado arrancar la cola de un caballo... el resto ya lo conoces". Por si el que esto lea no conoce el resto, lo expondré brevemente: el general romano Sertorio sometió a dos soldados a la prueba; el forzudo hizo todo lo que pudo por arrancar la cola, una y otra vez, hasta casi la extenuación; el hombre esmirriado, pacientemente, fue arrancando una una las cerdas de la cola del caballo hasta que, tras mucho tiempo, la cola no existía. Este relato se lo recordó Plinio a Miniciano para explicarle la paciencia que tuvo en el juicio de la Bética, de la misma forma que el hombre esmirriado con la cola del caballo.

"Este fue el final de un proceso muy amplio, quedando absueltos algunos; muchos, condenados y trambién destarrados, unos temporalmente, otros para siempre", dice Plinio. "¡Qué penoso, -añade- qué enojoso decir que no a tantos acusados cuando, en secreto, me imploraban y resistir publicamente cuando me atacaban!". Continúa detallando cómo cierto testigo, que había sido llamado a su pesar, o sobornado por algún acusado, acabó inculpando a Norbano Liciniano, instructor de la investigación... Lo cierto es que los abusos, los delitos, las penas, las triquiñuelas de los testigos y de los abogados, las debilidades humanas, no han variado mucho desde el año 100 ó 102 (que es cuando debió tener lugar este pleito) y nuestro tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario