sábado, 14 de abril de 2012

El manierismo de Giambologna (y 3)

En la "Venus" de 1573, en mármol, parece que estamos presenciando una escultura de la antigua Grecia, donde Gianbologna tomó como modelo las diversas "Venus" saliendo o entrando en el baño. El desnudo femenino, que es tardío en la antigua Grecia, se hace en el renacimiento muy común, tanto en escultura como en pintura. La diosa se encuentra inclinada, con una de las piernas flexionadas, está representada como una mujer joven y hermosa, con los cabellos recogidos y apoyada, como en otros ejemplos antiguos. Se encuentra en los jardines de Boboli, en Florencia. Durante el neoclasicismo, composiciones como esta serán comunes.

Dos veces, que sepamos, esculpió Giambologna, "El rapto de las sabinas", aquellas mujeres que fueron secuestradas por los fundadores de la primitiva Roma según la leyenda. En el ejemplar que tenemos aquí es solo un varón el que levanta en peso a una de las mujeres sabinas, de forma muy ligera y con una composición muy abierta, en bronce, donde los desnudos no tienen el volumen que en la obra en mármol. El sentido ascensional sigue presente, como en otras obras de éste autor. El acabado, con las superficies muy pulidas, da un valor añadido a la estética de esta escultura, que mide 98 cm. y se encuentra en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Es de 1585, mientras que la monumental en mármol de 1581-83 mide 4,10 metros y se encuentra en la Loggia di Lanzi, en Florencia. Compárese esta obra con la "Lucha de Hércules y Anteo", de Pollaiuolo.


Otro tema distinto a los que nos tiene acostumbrados Giambologna es la estatua ecuestre, en éste caso de Cósimo I de Medici, que se encuentra en la plaza de la Señoría de Florencia. De la misma forma que habían hecho Donatello y Verrocchio, como en el siglo II de nuestra era la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, Giambologna representa a Cosme como un condotiero, como un caudillo victorioso. No fueron pocos los conflictos que tuvieron los Medici entre los siglos XV y XVI; se comportaron como expertos negociantes, grandes mecenas, verdaderos mafiosos en muchas ocasiones, gobernantes sin piedad con sus oponentes. Pero aquí Cosme aparece como si regresase de una victoria y, con la calma y majestad que desea para sí, aparece sobre su montura, que levanta una de las patas delanteras (como en otros ejemplos anteriores); el caballo vuelve la cabeza hacia un lado para dar mayor realismo a la escena y el jinete, poderoso y firme, parece otear la ciudad que señorea. Estas obras eran muy del gusto de personajes entregados al poder y a la guerra. Los artistas, como los humanistas en general, tendrían de ellos una opinión u otra, pero les representaban como deseaban ser vistos: como en la antigua Roma, la escultura es, en éste caso, un acto de propaganda. Es obra de entre 1587-94 y mide 4,50 metros de altura, monumentalidad que contribuye a aquel objetivo. Las crines del caballo, agitadas, no guardan ya relación con la calma del primer renacimiento.


Los trabajos de Hércules, que la literatura antigua había legado, no podían ser ignorados por los artistas, que se hacen eco de la épica casi innata a la mitología grecolatina. En éste "Hércules y el centauro", obra de 1600 (al final de la vida del autor), el héroe vence al centauro que, en un escorzo inverosímil, pone de manifiesto la maestría de Giambologna para representar lo agónico de las luchas antiguas y mitológicas: el centauro se retuerce, se resiste en vano, apenas puede apoyar sus patas, una de las cuales se dobla hasta el extremo; por todo su cuerpo sobresalen las venas y los detalles más nimios son representados: las pezuñas, los cabellos, las musculaturas; parece que viéramos el esfuerzo de los dos seres; más tranquilo y solmene el de Hércules, porque es el elegido para la vitoria; más doliente el del centauro. 

Quizá con esta obra Giambologna haya alcanzado la perfección, el máximo que un artista pueda dar, el ejemplo más sobresaliente de aquel espíritu helenístico que el flamenco educado en Italia supo captar magistralmente. 


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