martes, 31 de julio de 2012

La colina de los suicidios

La colina de los suicidios
Al sureste de Madrid, entre Morata de Tajuña y San Martín de la Vega, el paisaje es mediterráneo, con matorrales y arbustos pero también algunos árboles. Allí se encuentra la colina que los ingleses de las Brigadas Internacionales llamaron "de los suicidios", por las numerosas muertes que se produjeron durante la batalla del Jarama, que discurre no lejos. La batalla tuvo lugar en el mes de febrero de 1937 y nada estaba dicho todavía sobre la marcha de la guerra civil española.

Tras los intentos de tomar Madrid por parte del ejército sublevado (la capital quedaría sitiada casi mil días a partir de entonces) los escenarios de la guerra próximos a la capital se desplazaron al sureste y luego al este. Tanto en la batalla del Jarama como en la de Guadalajara participaron los brigadistas internacionales (un máximo de 35.000 durante toda la guerra, que nunca estuvieron al mismo tiempo en España). Sabido es que se trataba de franceses, belgas, ingleses, rusos, estadounideneses, irlandeses y de otras nacionalidades, jóvenes con ideales comunistas o socialistas pero, en general, antifascistas y defensores de la democracia. Organizados por la Unión Soviética, fueron de una gran utilidad en el campo de batalla, pues como se ha reconocido, venían con un desinterés e ideales extraordinarios. Sin preparación militar la mayor parte de ellos, fueron adiestrados a troda prisa y muchos dejaron sus vidas en los campos de España.

Uno de los lugares más emblemáticos es la colina de los suicidios, al sur de Arganda en la provincia de Madrid. La mayor parte del año el cielo es limpio pero los inviernos, fríos y nivosos. Durante el verano el calor aprieta, aunque algunas lluvias estivales alivian el tiempo. La relativa altura también contribuye a la suavización de las temperaturas durante el verano, pero la batalla del Jarama tuvo lugar en el mes de febrero, quizá el más frío en esa latitud. Frente a los milicianos de la República española, los militares profesionales, la artillería y los tanques, los brigadistas internacionales, la aviación sublevada -contrariamente a lo que ocurriría un més más tarde en la provincia de Guadalajara- se hizo fuerte ayudando a la infantería franquista. Allí dejaron sus vidas unos y otros, frente al cerro del Pingarrón, la venta de Frascuelo, los puentes de Pindoque, de Vega y el de Arganda.

Las villas de Arganda, Titulcia, Ciempozuelos, Aranjuez, fueron testigos de la feroz batalla: no hubo vencedores ni vencidos, pero el ejército republicano sufrió muchísimo en su moral. Allí lucharon irlandeses en uno y otro bando, como si de una guerra internacional se tratase, y es que parece que estuviese en la mente de muchos que un gran conflicto se estaba fraguando en el mundo y España era el solar donde se ensayaban las armas.

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