martes, 24 de julio de 2012

Sabían que habría guerra en España

El historiador Ángel Viñas ha podido demostrar cómo determinados grupos y personas de los que participaron en el golpe militar de julio de 1936, sabían que se produciría una guerra civil y que el triunfo de la sublevación no sería tal sin ella. De lo contrario no hubiesen suscrito cuatro contratos con el gobierno de Mussolini en Roma por los que el dictador italiano suministró a los sublevados aviones y armas: 12 aviones Savoia, bombas, carburantes y productos varios de aviación que debían entregarse en el mes de julio. Los demás contratos abarcaron más aviones, explosivos, municionamiento y diversos materiales que debían entregarse antes de finales de agosto. El importe de los cuatro contratos ascendió a 337 millones de euros actuales (unos 56.000 millones de pesetas).

Después de la invasión de Abisinia por Mussolini -continúa Ángel Viñas- la ayuda a una España cuyo régimen se pareciese al suyo era vital para convertir a Italia en una potencia medierránea, sabiendo que a Hitler le interesaba el mundo eslavo y neutralizar a las democracias occidentales. Los gestores de los cuatro contratos fueron algunos militares, pero sobre todo los monárquicos de Renovación Española y del Bloque Nacional, concretamente Joaquín Calvo Sotelo, Antonio Goicoechea y Pedro Sáinz Rodríguez, que aspiraban a una restauración monárquica sobre la que Alfonso XIII, en Roma, quizá estuviese informado. Los citados, que gravitaban en torno a la revista "Acción Española", se preparaban para una guerra, no para un simple golpe de estado.

Queda demostrado que Goicoechea y Sainz Rodríguez se desplazaron a Roma el 24 de julio (lo que no quiere decir que fuese la primera vez), pero en la capital italiana no se había negociado en nombre del general Franco: éste todavía no se había hecho el dueño de la situación, sino que era un importante peón más entre los sublevados. Que los aviones italianos volasen hacia Marruecos -dice Ángel Viñas- es porque resultaba más fácil que pretender hacerlo hacia Burgos, donde dominaba Mola, el cual estaba dispuesto a adquirir aviones "a culaquier precio", y no debe olvidarse que era "el director" de toda la conspiración militar. 

Antonio Goicoechea
Los aviones y demás material militar fueron vendidos a los contratantes españoles a un precio excesivo, pero el general Franco, que debía saber que habría guerra, decidió aceptarlos; de igual manera fue pagado a precio altísimo el material de guerra alemán que redibieron los sublevados, e igualmente el soviético que recibió la República. Pero una vez que se vio que la restauración monárquica no iba a ser posible, porque la estrella de Franco empezó a brillar muy pronto, lo que más interesó a los monárquicos es garantizar que las reformas económicas republicanas quedaban anuladas, además de las sociales, educativas, políticas y culturales. Al fin y al cabo Goicoechea, Sainz Rodríguez y compañía, ante todo, actuaban en nombre de una clase. Sus afanes de restaurar la monarquía todavía quedaron más olvidados cuando Franco nombró a Goicoechea gobernador del Banco de España y a Sáinz Rodríguez ministro de Educación: debe tenerse en cuenta que, entonces, el Banco de España no era una institución independiente, sino un instrumento político al servicio del gobierno. Dirigir la educación en favor de la Iglesia católica y los conservadores fue el otro objetivo. 

En cuanto al sistema de archivos el historiador Viñas denuncia que no se hayan desclasificado millares de documentos militares: Italia y España son hoy miembros de la Unión Europea; pues ni aún así.

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