domingo, 30 de septiembre de 2012

El paisaje en la pintura

La pesca milagrosa
Brigitte Leguen dice que el cuadro de Conrad Witz La pesca milagrosa es "la primera representación exacta, el primer 'retrato' de un paisaje auténtico". Lo dice porque Witz pintó "verdaderos pescadores; no los sublimados apóstoles de los cuadros antiguos, sino toscos hombres del pueblo". En efecto así es, pero los personajes no son el elemento fundamental del paisaje; de hecho Witz había pintado paisajes en otros cuadros suyos anteriores: Cristo en la cruz entre 1430 y 1433 y San Cristóbal sobre 1435, mientras que La pesca milagrosa es de 1443-1444 (1). La misma autora dice que los británicos "nos hacen descubrir los amplios horizontes", los alemanes "aportan la nocturnidad y el sueño", los franceses "el sentido trágico de la Historia...", añadiendo luego que "los holandeses son los primeros... en descubrir la belleza de los cielos" (2).

Delacroix, en pleno romanticismo, pinta algunos paisajes de los que entresacamos dos: El naufragio de Don Juan, obra de 135 por 196 cm. que se encuentra en el Museo del Louvre (1841), y El mar desde las alturas de Dieppe, donde anticipa la técnica impresionista (Louvre, 1852) (3).

El mar desde las alturas de Dieppe
Con una sensibilidad más realista, denunciadora de las condiciones de vida de las clases humildes, están los paisajes de Millet (Las espigadoras), mientras que más tarde, Cézanne, con sus Montañas de Provenza (1886) nos deja otra interpretación del paisaje de naturaleza (del que hizo varias versiones).

Montañas de Provenza
Dice Brigitte Legen que existe una relación "entre campo cultivado y fertilidad, campo yermo y esterilidad, frío y muerte, ascensión a los lugares elevados y bajada a los infiernos...". En este sentido, volviendo atrás en el tiempo, tenemos el ejemplo de Carl Gustav Carus, con su frío Monumento a Goethe (1832, Kunsthalle de Hamburgo, 72 por 54 cm.) o su Niebla en la mañana, donde parece asemejarse a la obra de Turner (1825, Nationalgalerie, Berlín, 20 por 26 cm.). Carus fue amigo de Goethe y en las cartas que se intercambiaron estaban de acuerdo en la relación entre la naturaleza y el hombre. Una obra suya son Cartas sobre pintura de paisaje, en la que se nota la influencia del pintor Johann Christian Klenger (4), donde los paisajes mantienen casi siempre la tonalidad oscura y melancólica del este de Alemania.

En los paisajes del suizo Salomon Gessner, como poeta que fue, hay un lirismo más claro, precursor de algunos cuadros románticos posteriores (Gessner vivió en el siglo XVIII). Por su parte David Friedrich nos adentra en las ruinas, la desolación, la soledad, los naufragios, las brumas... Su obra El mar de hielo está ya dentro del pleno romanticismo. Es una obra de 1824 (96 por 126 cm.) que se encuentra en el Kunsthalle de Hamburgo.

El mar de hielo
Constable también es muy novedoso con algunas de sus obras, además de un maestro del paisaje. Un ejemplo de lo primero es el Boceto para un caballo saltando, donde los tonos oscuros y la pincelada borrosa predominan. Es una obra de 1824-1825 que se encuentra en el Museo Victoria y Alberto de Londres. Otro ejemplo del Constable menos reconocido es Stonehenge, donde nada de la placidez de otras obras suyas encontramos, sino todo lo contrario.

Hay un paisaje urbano que también ha sido tratado en la pintura. Aunque los impresionistas gustaron de pintar edificios, estaciones, calles y plazas, con anterioridad tenemos ejemplos: Ambrogio Lorenzetti representó a la ciudad de Siena en su Alegoría del buen gobierno ya en el siglo XIV; Vermeer pintó a la ciuda de Delft en el siglo XVII; y posteriormente a los citados impresionistas George Bellows pinto su Nueva York en 1911. Más tarde Antonio López demostrará las posibilidades del hiperrealismo con su Gran Vía madrileña.

Fragmento de la Alegoría del buen gobierno
Lorenzetti pinta con la delicadeza y falta de perspectiva de un artista gótico, amontonando los edificios, las personas y los animales, pero con un "orden" convencional al distribuir las gamas de colores que contribuyen a diferenciar e incluso individualizar cada parte de la composición, cada elemento que forma parte de él. Vermeer, en cambio, está sujeto a la norma de su tiempo: el realismo; pero al mismo tiempo ha de rendir culto a la atmósfera de su Holanda natal. Bellows ya está inscrito en la vanguardia del siglo XX y pinta un Nueva York cosmopolita y ajetreado, con sus rascacielos y con la técnica de un pintor moderno. Después de la descomposición de las formas (impresionistas y otros) viene el hiperrealismo a ofrecernos el detalle de la fotografía, pero con la plasticidad que solo puede conseguir la pintura.

"El control sobre la naturaleza es la historia del hombre", ha señalado Brigitte Leguen, contraponiéndose a la visión marxiana de que la historia de la humanidad no ha sido otra cosa que la lucha de unas clases contra otras. "La visión bucólica de la naturaleza -sigue la autora citada- virgen placentera, el mito del buen salvaje propuesto por Rousseau, Paul et Virgine (5), Candide (6) cultivando su jardín, son imágenes utópicas de una felicidad que pretende asociar la naturaleza a la bondad del hombre..."

Vista de Delft
Nueva York, 1911
Gran Vía
Boulevard Montmartre, nocturno, 1897 (Pisarro)
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(1) Cristo en la cruz se encuentra en el Museo Staatliche de Berlín. Es un pequeño cuadro de 34 por 26 cm. San Cristóbal se encuentra en el Öffentliche Kunstsammlung de Basilea (101 por 81 cm.) y La pesca milagrosa está en el Museo de Arte e Historia de Ginebra, con unas dimensiones mayores (132 por 151 cm.) lo que quizá haya servido como ejemplo pues se aprecia con más detalle el pasiaje.
(2) "El paisaje en la literatura francesa a partir del siglo XIX y sus relaciones con la pintura", 2010.
(3) Dieppe es una población del Sena marítimo, en el norte de Francia.
(4) De la escuela de Dresde.
(5) Obra de Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre, a finales del siglo XVIII, en la que dos niños son educados en medio de la naturaleza hasta que les toca separarse.
(6) A mediados del siglo XVIII Voltaire escribe esta obra en la que el protagonista vive placenteramente en medio de la naturaleza.

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