jueves, 26 de septiembre de 2013

El perro de Giacometti

¿Puede imaginarse perro más escuálido y descarnado que este? Corría un año central del siglo XX cuando Giacometti lo ideó y nos ha quedado en bronce. Su vena de pintor y dibujante queda patente en este perro que aparenta una pobreza extrema, abatido, hambriento o sin sentir la el hambre por la extrema penuria a que ha llegado. Es evidente la influencia del expresinismo en el autor, que también estuvo influido por el surrealismo. En todo caso se trata de un artista vanguardista que nació al comenzar el siglo XX en la localidad de Borgonovo, al sureste de Suiza, en la frontera con Italia.

El pueblo se encuentra en el catón de los Grisones, donde los valles encajados invitan a compararlos con las angulosas entradas y los prununciados salientes de la anatomía del perro. El verdor y las montañas son señas de identidad de esta geografía, con los cielos casi siempre empedrados de nubes que dejan asomar la luz del sol esplendorosamente en los meses de verano. Las corrientes de agua y los lagos son otros elementos del paisaje que vio nacer a Giacometti, cuyo padre fue también artista. 

Este perro nos recuerda al "Hombre que camina", del mismo autor, también en bronce, alámbrico, esbelto, refinada silueta de un ser humano (reproducido en varias versiones) que aún acentúa más su elevada espiritualidad por la abultada desproporción de los pies. A Giacometti le tocó vivir las dos guerras mundiales, el ascenso del fascismo en Europa, las grandes contradicciones del capitalismo que provocaron también reacciones muy variadas en el mundo del arte. 

Estas visiones de seres delgadísimos, sin estómago, sin anatomía, sin rasgos personales, como el perro que parece el resultado de un desecho, inverosímil con esas patas afiladas al extremo ¿son el resultado de un mundo que atormentó al artista en sus momentos de inspiración?

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