jueves, 31 de octubre de 2013

Mesina contra Palermo


El dominio de la monarquía española en Italia comprendió Sicilia, que hasta 1713 constituyó un virreinato distinto del de Nápoles. El virrey residía en Palermo y gobernaba en nombre de la Corte española de acuerdo con los principios del feudalismo, lo que era coherente con el régimen económico existente en casi toda la isla. Por contra, algunas ciudades del este de la isla estaban más avanzadas desde el punto de vista mercantil y esto llevó a una rebelión de los habitantes de Mesina, en la cual no son ajenos los problemas de abastecimientos, sobre todo de trigo, para el sostenimiento de la población. No puede decirse que se tratase de un enfrentamiento entre Palermo y Mesina, más bien entre las autoridades residentes en Palermo y las clases ricas -en parte también las pobres- que pretendían una independencia que no consiguieron, pues aún durante la rebelión estuvieron bajo la protección de la monarquía francesa.

Ribot García ha estudiado el relato que Romano Colonna, coetáneo de los hechos, redactó con fines propagandísticos y de conseguir la unidad de los mesineses ante los enemigos españoles. El título de la obra ya es significativo: Della Congiura de i ministro del Re di Spagna contro la fidelissima, ed esemplare città di Messina. Parece que fue un encargo del Senado mesinés, por lo que sabemos que Mesina tenía un estatuto de autonomía desde tiempo atrás. Colonna fue un mesinés de familia noble, licenciado en leyes, que durante el dominio francés fue juez de la Corte Estraticocial de Mesina (el estraticó era una autoridad de la ciudad). La fuente que nos suministra Colonna e parcial, deforma ciertos acontecimientos y se aleja de toda objetividad, pero su extensión (1.144 páginas) es muy útil para comprender el clima de revuelta de mesineses y franceses contra las autoridades virreinales eapañolas y contra la propia Corte madrileña.

El descontento empezó por unos movimientos populares que se produjeron en 1669 y cuyo motivo fue la falta de abastecimientos, echándose el pueblo contra las autoridades locales, a quienes se hace responsables de la situación. Colonna, por su parte, culpa de esta carestía triguera al estraticó Luis del Hoyo, aunque en este caso el problema del trigo fue en 1672. Existió por tanto un dilatado tiempo de descontento de la población y de oposición de las autoridades nativas a la monarquía española. El virrey español era el flamenco Claude Lamoral, príncipe de Ligne, pero según señala Ribot García, también Nápoles había negado el suministro de trigo a Mesina.

Dentro de la ciudad y su jurisdicción había dos grupos sociales principales: los merlos y los malvizos: los primeros eran las clases populares y los segundos las aristocráticas y pudientes. La división entre merlos y malvizos es lo que intenta con su obra combatir y evitar Colonna. Para él es absolutamente neceario que toda la ciudad se una contra el virrey y la monarquía española, lo que quiere decir que el enfrentamiento es más bien entre clases bajas y altas de la propia ciudad y entre autoridades autóctonas y las impuestas por la monarquía española. Colonna se esfuerza en demostrar el patriotismo de los malvizos mientras que desprecia la falta de colaboración de los merlos que, evidentemente, no tenían motivaciones políticas para el enfrentamiento, sino económicas.

En todo esto la Francia de Luis XIV ayudó a los dirigentes de la revuelta mesinesa en varias ocasiones e incluso las autoridades locales estuvieron tuteladas por el ejército francés. Los momentos más intensos de la revuelta se sucedieron entre los años 1674 y 1678. Colonna pretende incluso buscar la ayuda de la Providencia para su causa cuando relata el desastre naval sufrido por los barcos hispánicos en aguas del Faro de Mesina en noviembre de 1675, lo cual sería una señal del cielo contra los españoles, lo mismo que el rayo que, días después, en la fiesta del patrón de Mesina (San Gregorio Taumaturgo) provocó el incendio de la galera Milicia. Se encontraba esta galera en el puerto de Milazzi, en la pequeña península que sobresale hacia el norte al oeste de Mesina. Su puerto, orientado al este de la pequeña península, está mejor situado para recibir y salir barcos en el Mediterráneo.

En poder de mesineses y franceses estuvo la población de Augusta, en la costa sureste de Sicilia, desde agosto de 1675, así como Taormina desde el 16 de octubre de 1676. En general la costa oriental de la isla estuvo varias veces en poder de los mesineses, por lo que dominaron el estrecho de Mesina. La ciudad protagonista de la revuelta, por su parte, estuvo cercada por las tropas españolas desde finales de 1674, aunque dicho cerco terminaría a comienzos del año siguiente. Colonna compara la opresión que sufre Mesina a manos de la monarquía hispana con los abusos y crueldades cometidas por los conquistadores y administradores españoles en América, prueba de que la "leyenda negra" había llegado a sus oídos.

La revuelta de Mesina es un ejemplo de los intentos de las clases dominantes en la ciudad por desembarazarse de un poder que les era ajeno hasta cierto punto: el sistema virreinal que se ejercía desde Parlermo; intento de que prevaleciesen los intereses comerciales sobre los agrarios y feudales del conjunto de la isla; intento de incorporar a los merlos, las clases populares, a una lucha que les era ajena, a las que daba igual ser gobernadas por nativos o extranjeros si su situación de sometimiento no iba a cambiar. Estas clases, cuando se incorporaron a la revuelta, lo hicieron para solucionar sus problemas de abastecimiento y hambre, no por otra cosa.

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