domingo, 17 de diciembre de 2017

Tragedia en las minas

En el extremo norte de Francia se encuentran las galerías de una mina de carbón (hulla) que estaba en plena explotación a principios del siglo XX, siendo un ejemplo notable de las condiciones de trabajo en ese sector no solo en la época, sino anterior y posteriormente. Courrières es el nombre de la localidad donde, en marzo de 1906, de madrugada, se produjo una de las catástrofes más terribles de la minería europea. “La Unión Obrera”, órgano de expresión de la UGT española, daba cuenta de la muerte de mil doscientos obreros (hay fuentes que hablan de 1.099 pero otras de más) con palabras elocuentes: “La criminal codicia de la burguesía francesa…”.

Ya a mediados del siglo XIX Engels publicó una obra sobre las condiciones de vida de la clase obrera en Inglaterra, ilustrando situaciones lacerantes en las hilaturas, en las minas y en las fábricas. A principios del siglo XX, a pesar de que los estados habían abierto la posibilidad de que los trabajadores pudiesen organizarse en defensa de sus intereses, o incluso tuviesen participación en algunos organismos sociales (el Instituto de Reformas Sociales en España), las condiciones de trabajo seguían siendo penosas, muy particularmente en algunos sectores como la minería.

En Courrières el gas grisú se inflamó con el fuego declarado dos días antes (sin que la empresa ordenase parar los trabajos y liberar a los mineros que se encontraban en los pozos) y muchos cuerpos no fueron sacados al exterior hasta pasados varios días para poder ser reconocidos por sus familiares.

El gobierno del radical Clemenceau hizo, ante los desórdenes que se produjeron, lo que correspondía en materia de orden público, pero no en materia de seguridad en los puestos del trabajo, donde las empresas tenían una gran influencia. Envió varios miles de soldados para contener la ira de las familias de la comarca, donde se declararon huelgas que se extendieron por el norte de Francia e incluso en Bélgica.

Los periódicos obreros hablaban, en la época, de los males del sistema capitalista, como así lo hizo “La Unión Obrera” de la UGT española: “El gas grisú ha carbonizado en los pozos de Courrières 1.200 obreros”, diciendo además que “el dolor y la indignación que este tremendo crimen ha producido en el mundo obrero ha de servir para condenar y execrar el maldito régimen capitalista”. 

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